Una de las zonas más pintoresca y singulares de Cantabria, donde se ha conservado una forma de vida y una cultura popular de gran interés, es el valle del Pas. El río que da nombre a la Comarca, nace en las abruptas montañas pasiegas, que son sin duda las que han condicionado el aislamiento de sus habitantes, los pasiegos, un colectivo con identidad propia, adaptado a un clima extremadamente húmedo, el más lluvioso de Cantabria.
Desde el siglo XIX, los pasiegos se dedicaron a actividades peculiares, contrabandistas, nodrizas reales, heladeros ambulantes, pero la más característica de estos habitantes de las montañas, es la relacionada con el ganado, una peculiar forma de trashumancia, La Muda. Dando lugar a que toda la familia se desplace permanentemente con todos sus enseres y ganado de cabaña en cabaña.
La cabaña pasiega esta adaptada a la función de vivienda y establo temporal. Se caracteriza por la cubierta de lastras de piedra oscura y un prado cercado. La planta es rectangular, ubicando a los animales en la parte inferior y el pajar y la habitación en la parte superior. Las más antiguas datan del siglo XVIII. Se pueden encontrar miles de ellas por los montes, al tener cada familia una media de 5 ó 6 de estas cabañas.
La singularidad pasiega también se manifiesta en los útiles de trabajo como el cuevano, gran cesto que se carga a la espalda y que se utiliza para casi todo, desde acarrear leña hasta llevar la compra o a los niños; las basnas; los picachos; los cajones de estercolar o el palancu con el cual se practica el salto pasiego, una modalidad deportiva autóctona que todavía se lleva a cabo en algunos festejos.
En el recorrido que vamos ha realizar por esta comarca encontraremos una gran variedad de actividades turística, pero destacaremos una de ellas, para los amantes de la pesca, ya que en los afamados cotos del río Pas podrán practicar la pesca del salmón, pues este río es uno de los de mayor riqueza piscícola de España.
En nuestro viaje vamos a recorrer las tres villas pasiegas que conforman el núcleo de la comarca: Vega de Pas, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera. Las dos primeras se sitúan en el Valle del Pas y la tercera en el vecino valle del río Miera.
Comenzaremos nuestra visita en la localidad de Vega de Pas, a donde llegaremos desde Selaya, por el puerto de la Braguía, por un camino serpenteado y con numerosos recodos, que nos permite disfrutar de un hermoso paisaje de verdes prados salpicado por ciento de cabañas. Ya en la capital pasiega nos dirigiremos a la plaza, núcleo central del pueblo.
Esta plaza es una de las más pintorescas de Cantabria, nos llamará la atención las casas que se amontonan unas junto a otras, conjugando las cabañas típicas con la arquitectura moderna. Antiguamente se celebraba un tradicional mercadillo, hoy encontraremos numerosas tiendas con productos típicos de elaboración artesanal.
En la misma plaza se ubica la bonita iglesia de Nuestra Señora de la Vega, del siglo XVIII, la crucería es de estilo gótico y en la espadaña observaremos un peculiar reloj. En su interior se conserva la hermosa imagen de la Virgen de la Vega. Al final de la plaza, encontramos un busto conmemorativo que recuerda al insigne hijo de la villa, Don Enrique Diego Madrazo benefactor de su tierra.
Y no podemos marchar de la Villa sin visitar el Museo Etnográfico, que nos muestra la historia y costumbre de este antiquísimo pueblo, en su interior se conservan trajes típicos, herramientas de trabajo utilizadas durante siglos o fotografías todo un lujo que no debemos perdernos.
Próximo a Vega de Pas y a 65 kilómetros de Santander, se encuentra nuestro siguiente destino, el municipio de San Pedro del Romera .Esta hermosa villa, conserva gran parte de sus costumbres dado su aislamiento. En la plaza del pueblo nos llamará la atención un letrero, “La casa de todos los pasiegos”, se trata del ayuntamiento que forma un bonito conjunto con una bella iglesia del siglo XVIII, la de San Pedro del Romeral que conserva una imponente torre.
También de la misma época es la Ermita del Rosario, en el barrio de Bustiyerro, un buen ejemplo de arquitectura popular de los montes del Pas. Muy cerca visitaremos un curioso humilladero donde se encuentra una imagen de la Virgen. El resto de los barrios que componen el municipio están formados por grupos de cabañas más o menos dispersas que decoran los verdes prados de estos montes pasiegos.
Por último nos dirigimos a San Roque de Riomiera, en la comarca de Miera, pese a lo agreste de su relieve, este municipio se comunica con Burgos por el puerto de Lunada, con Liérganes y Selaya y es la entrada obligatoria a Calseca. Comenzaremos la visita por el Barrio de la Pedrosa, donde visitaremos la iglesia parroquial de San Roque, del siglo XVI I, uno de lo pocos ejemplos de arquitectura religiosa del municipio.
En el barrio de Merilla se ubica la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, de construcción rústica, con tejado hecho de lastras, como las cabañas. Nos llamará la atención sus grandes dimensiones y su potente espadaña. El lugar donde está enclavada no puede ser más bello, un paraje formado por el río y los prados.
Este maravilloso viaje nos permitirá disfrutar de otra de las joyas de estas montañas pasiegas, su gastronomía, las carnes de vacuno, el guiso de cabrito o las alubias estofadas nos aportaran las calorías suficientes para continuar camino, sin olvidar los productos de la huerta y los deliciosos quesos, como el queso fresco de Vega de Pas y los quesucos de nata pasiega, todos ellos elaborados con leche de vaca.
Y para endulzar el regreso nada mejor que una buena provisión del dulce típico, los sobaos pasiegos, elaborados con auténtica mantequilla pasiega.
Este viaje a Cantabria nos ha permitido conocer la historia y costumbres arraigadas de una de las zonas quizás más desconocida de esta tierra, las montañas pasiegas, tierra llena de mitos y leyendas fantástica, donde aparecen hadas, brujas seres malignos, genios o seres traviesos. Uno de estos personajes es el Duende de los Extravíos:
Pequeño duendecillo que siempre va deprisa, cuesta arriba y cuesta abajo, calzado con corizas de piel amarilla o con zapatones de madera de fresno y suela de piedra. Porta una honda y un catalejo con el que ve las cosas más lejanas y con el que ayuda a las personas buenas a encontrar los objetos perdidos, pero no socorre a quien tenga mala intención burlándose de estos desde su escondite en la espesura….
Si les parece una fantasía, recurran a él quizás reciban una grata sorpresa.
Autor: Nieves Alonso
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