Situada en el corazón de la Sierra de Guadarrama, la montaña que nos ocupa debe su nombre a la armonía de su silueta, una forma de perfectas proporciones, la misma que adopta el puñado de cereales desgranados a través del agujero formado por la mano; un cono perfecto, que el capricho telúrico de los orígenes del Guadarrama fabricó con rocas. A su cima conduce una esforzada excursión; hablamos de El Montón de Trigo.
Echamos a andar, muy de mañana, por la carretera de Las Dehesas, en dirección ascendente. En poco más de tres kilómetros alcanzamos la barrera que cierra el paso de los vehículos. El asfalto torna a pista y tras una segunda barrera, a enlosado de piedra.
Enseguida se alcanzan el puente del Descalzo, el más monumental de los tres romanos que se conservan. Tras suyo, el piso se deteriora y nada más cruzar unas cancelas, las losas se amontonan entre profundos surcos abiertos por el agua. Así se llega a la pradera de los Corralillos, enclave que reparte excursiones a los cuatro puntos cardinales.
Nosotros seguimos de frente, para cruzar una amplia pista y tomar el camino que señalan varios carteles; el de la propia calzada, el del Camino de Santiago y la flecha amarilla de la Vía Láctea.
Tras pasar el puente de Enmedio y remontar hasta la misma cabecera del valle, se alcanza el puerto de La Fuenfría. Aquí se abandonan todas las pistas y se emprende la subida del Cerro Minguete, situado enfrente y un poco a la izquierda. Tras él se ve la figura cónica del Montón de Trigo.
Por la larga ladera se asciende hasta la cima, situada a más de 2.000 metros de altitud. Sólo queda descender al collado entre ambos montes y rematar la marcha por la ladera hasta los 2.155 metros que tiene nuestro peculiar montón trigueño.
De esta manera culmina una ascensión que tiene el sabor de las excursiones pioneras de la Sierra de Madrid.
Calculen que la ruta puede durar entre tres horas y tres horas y media, sólo para el ascenso, partiendo desde la estación de ferrocarril de Cercedilla. En cuanto a la vuelta a nuestro punto de partida, el recorrido puede suponer dos horas más de esfuerzo.
Por su duración, precisamente, es aconsejable iniciar la marcha a primera hora de la mañana. Esto garantiza pasar menos calor y no deshidratarse. Es imprescindible llevar un buen calzado, agua abundante y protección solar.
Y como nota excepcional, disfruten del tramo de dos kilómetros y medio que la ruta recorre por La Fuenfría; se trata de una calzada romana construida en el siglo I después de Cristo. Fue una de las vías de comunicación más importantes de la dominación romana. Servía para unir las localidades de Titulcia y Segovia. Y hoy sigue siendo una de las mejor conservadas de toda la Península Ibérica.
Autor: Nieves Alonso