La Sierra de Albarracín

Albarracín

Situada al Sureste de Teruel, esta serranía constituye una de las principales divisorias de la Península Ibérica. Aquí nacen ríos que vierten aguas al mediterráneo y otros que van al Atlántico.

Teruel es una de las provincias más desconocidas de España y también de las más hermosas, aunque sea ignota para muchos. Una de esas joyas escondidas que Teruel ofrece a quién hasta allí se acerca es la Sierra de Albarracín; una extensísima comarca que, por sus valores naturales, culturales y patrimoniales puede señalarse como uno de los enclaves más singulares de todo Aragón.

La Sierra de Albarracín es una de las zonas con más elevación del Sistema Ibérico y está formada por una peculiar orografía en la que se asienta una de las principales divisorias de aguas de la Península, porque no hay que olvidar que estamos en la cuna de algunos de los ríos más importantes del país.

Cascada del Molino de San Pedro

En esta sierra nacen el río Tajo, el Guadalaviar que se transforma en Teruel en el Turia y el río Cabriel, el afluente más importante del Júcar y responsable de algunos de los fenómenos geológicos más hermosos que pueden verse en la zona, como el valle que forma en sus primeros kilómetros, sus “ojos” o la cascada del Molino de San Pedro, un bonito salto de agua sobre una piscina natural, muy concurrida en días veraniegos.

Pinares de Rodeno

Estos nacimientos son algunas de las joyas naturales que alberga la Sierra de Albarracín, pero no las únicas. Otra es, sin duda, los Pinares de Rodeno, algo más de tres mil hectáreas de paisaje protegido repartidas entre los términos municipales de Bezas, Albarracín y Gea de Albarracín, caracterizado por el afloramiento de piedra arenisca roja del Triásico, que tras sufrir una intensa erosión, ha dado lugar a un intrincado paisaje de roca que forma pasillos, acantilados, torreones y viseras.

Laguna de Bezas

Sobre este suelo pétreo, el paisaje vegetal está dominado por una masa forestal de pino resinero. Otra perla natural del lugar son La Laguna de Bezas, donde se pueden contemplar fochas, garzas y otras aves acuáticas ,y muy cerca de allí se encuentra el gran sabinar de Saldón.

Respecto a la variedad faunística de la zona, abundan los ciervos, jabalíes, zorros, gatos monteses, garduñas, conejos, liebres, perdices y codornices, en un territorio tan rico en vida como plasmaron ya nuestros antepasados en muestras de arte rupestre levantino.

Recuerde el viajero que desde la localidad de Bronchales, tomando el desvío en dirección a Fuente del Canto, puede atravesar una zona de acampada para dirigirse, a la izquierda hacia una señal que indica Sierra Alta. Desde allí, tras subir un par de kilómetros, alcanzará el cerro. Desde este punto privilegiado se pueden avistar las cumbres altas próximas de siete provincias, Valencia, Castellón, Guadalajara, Teruel, Cuenca, Zaragoza y Soria.

Autor: Nieves Alonso

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La Sierra del Moncayo. Un encuentro con la naturaleza

 

Entre las regiones de Aragón y Castilla, en pleno corazón del Sistema Ibérico, y rodeado de salvajes bosques de robles, se encuentra el Moncayo, donde es posible que en estaciones tempranas como el otoño, sus cumbres reciban las primeras nieves, a las cuales debe su nombre, “Monte Cano o Canoso”.

En esta propuesta viajera, haremos un recorrido por parajes naturales que inspiraron a escritores de la talla de Antonio Machado o Gustavo Adolfo Bécquer, y por bellas localidades que rodean el Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Entre campos y mesetas cerealísticas de Castilla y por las áridas estepas del valle del Ebro, el Moncayo constituye una valiosa isla biogeográfica de vida, humedad y verdor.

En la cara norte hallaremos una variada sucesión de pisos de vegetación, los coscojares y encinares de sus faldas , van dando paso a robledales, pinares , hayedos y abedulares hasta llegar al pino negro y comunidades de pastizal de las cumbres.

El punto de inicio de este recorrido para descubrir la naturaleza y los pueblos de la sierra del Moncayo, es la localidad de Vera de Moncayo, donde se sitúa el legendario monasterio cisterciense de Veruela, destacando la puerta, muralla y el claustro medieval Después de esta visita, continuamos camino, dejando a la derecha el desvío a Alcalá y Añon, tras pasar el encinar de Maderuela, entramos en los extensos y tupidos robledales del Monte de la Mata., entre estos bellos paisajes llegaremos a Agramonte, donde se encuentra el Centro de Interpretación del Parque, el cual visitaremos.

Emprendemos un ascenso hacia el Santuario de la Virgen del Moncayo, para proseguir hacia la cima por el circo o pozo de San Miguel, de origen glaciar. La senda que nos llevará hasta el Santuario, a 1.600 metro de altitud, es un bello paraje a través de bosques. Para los menos andarines, otra opción es tomar la pista asfaltada que recorre las fuentes y área recreativa, de La Teja, inmersa en la oscuridad del hayedo. En una de las curvas, se puede tomar un corto sendero que nos lleva a Peña Nariz, desde donde podremos divisar la alfombra vegetal que queda a los pies.

En sus leyendas Bécquer, aseguraba la presencia de misteriosos y míticos seres de los bosques del Moncayo que raptaban a los muchachos jóvenes que acudían con sus cántaros a las fuentes para recoger agua.

Proseguimos nuestro recorrido hasta la localidad de Vozmediano, donde a los pies del castillo, que data del siglo XIII, nace el Queiles, una espectacular formación kárstica de donde manan 1.500 litros de agua por segundo. La siguiente localidad que visitaremos detenidamente es Ágreda, disfrutaremos paseando por el barrio moro, por las calles donde destacan las casas señoriales, palacios, el Ayuntamiento de estilo renacentista o las murallas abiertas en puertas con forma de arco.

En Olvega, el itinerario asciende por cueva de Ágreda, a través de una dehesa de robles melojos centenarios que finaliza en el puerto y a su vez en la localidad soriana, de Beratón, a 1.395 metros de altitud. Al término de nuestro recorrido descansaremos con la bella panorámica que nos ofrecen las moles calizas que comparten espacio junto a los robles, erizones y encinas.

Y si el alma ha encontrado tranquilidad entre estos bellos parajes, el cuerpo no será menos con las delicias gastronómicas que nos ofrece la región, verduras de la huerta, setas del Moncayo, queso de Tortoles o las exquisitas olivas de Bulbuente , acompañando, como no podía ser de otra forma, algún vino del campo de Borja.

Autor: Nieves Alonso

 

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