Las cristalinas aguas madrileñas
En los alrededores de la pequeña pedanía de San Mamés, muy cerca de Buitrago, la sierra norte guarda una estampa poco frecuente de la región madrileña: la cascada más grande de la Comunidad de Madrid.
Y es que la chorrera de San Mamés, que alcanza su máximo caudal en la época del deshielo primaveral ,tiene agua durante todo el año y permite un agradable remojón en las calurosas jornadas del verano.
La ruta, una de las grandes desconocidas del valle del Lozoya, arranca en al plaza del pueblo de San Mamés, ubicado en las faldas de los Montes Carpetanos. Su origen es un camino que no tiene pérdida: sale en dirección norte, es ancho y muy tranquilo y discurre entre vallas de piedra y fresnos que protegen los prados del ganado.
Sólo una pequeña pega para los caminantes menos voluntariosos: toda la senda, hasta llegar a la Chorrera, transcurre en un continuo ascenso, se pasa de 1.141 a 1.550 metros de altura, que pese a todo no se hace excesivamente tortuoso.
En medio de la subida, al echar la vista atrás, se observa en toda su plenitud el valle medio del Lozoya, con el embalse de Riosequillo al fondo rodeado de robledales, prados y pinares.
Tras dejar una granja caprina a la izquierda, se llega a una zona abierta sin arbolado, entre pastos y matorral. Desde allí y siempre de frente, los pastos y los aislados robles van desapareciendo y tras un zarzo, aparece un denso y oscuro pinar de repoblación.
Entramos en el profundo valle en dirección norte-noroeste por el margen izquierdo del arroyo, que quedará también a nuestra izquierda.
Un giro a la derecha en una revuelta del camino nos hace cambiar a un sendero que nace a mano izquierda en dirección a lo más profundo del valle. La vereda se estrecha y obliga a sortear malezas y arbustos, como brezos, escobas, zarzas y rosales silvestres.
La humedad de la zona está presente en todo el recorrido. Así hay que pasar por algunas zonas encharcadas y cruzar dos pequeños regatillos afluentes hasta que se acaba el pinar, llegando al piso de vegetación de matorral de alta montaña.
De frente y casi en caída vertical aparece finalmente el objetivo de la excursión: la Chorrera de San Mamés.
La ruta no es circular, por lo que para volver a San Mamés habrá que desandar el camino realizado. Pero si aún quedan ganas y fuerzas para aunar algún kilómetro más al paseo se puede llegar por un paso de montaña hasta Villavieja de Lozoya.
Para ello hay que descender hasta el punto en que el camino principal se separaba del que subía hacia la Chorrera. En ese lugar se toma el camino que antes descartamos, el que empieza a la izquierda con un pequeño ascenso y descenso entre robles y pinos.
Al discurrir a una altura media respecto al fondo del valle, las vistas panorámicas que regla este tramo al visitante son insuperables. El descenso que se hace entre pinos, robles y cantuesos, lleva a una caseta blanca tras la que se gira a la derecha descendiendo por el Camino de Villavieja. El arroyo de los robles va a quedar a la izquierda del camino en una profunda vaguada, enmascarado por el denso robledal y el bosque galería que le acompaña.
Muy cerca ya del final se pasa la vía del tren por un paso a diferente altura y continúa el descenso. Aparecen el pueblo y muretes de setos de piedra llenos de zarzales y frescos y se llega a la carretera. Se gira a la izquierda y en unos cientos de metros encontramos ya la entrada a Villavieja de Lozoya.
Autor: Nieves Alonso
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